Una cubana que ha conocido lo peor del alma del hombre. Una española cuya adicción a la droga le arrancó de los brazos de la vida estable. Una joven rumana, víctima desde los 18 años de la trata de blancas de la mafia, prestaba su cuerpo 16 horas diarias sin obtener nada a cambio. Una bellísima mulata, madre y abuela a sus 43 años, prostituta desde los 10, convive con depresiones e intentos de suicidio. Una mujer transexual que considera la prostitución una profesión digna. Una nigeriana de extrema pobreza... El puzzle formado por el inmenso y desconocido colectivo de mujeres en el seno de la prostitución, merece ser compuesto, con todas las piezas boca arriba, para poder ser visto en su plenitud, para poder ser el observador consciente de la estampa que forma una vez encajadas todas sus fichas.
Detrás de cada mujer prostituida hay una persona que sufre: ¿Lo dudabas?
“El libro es un gran reportaje. Original, sobre algo que la gente prefiere pasar de puntillas, manteniendo un silencio vergonzante. No lo hace así el autor, que se lanza por vericuetos inexplorados, dejándonos, sin un solo aspaviento, con la angustia en el corazón”. José Miguel Vila es, primero, periodista. Y se le nota. Al menos, se le nota para lo bueno, porque tiene la suerte de no tener que estar en la brega diaria que acaba produciéndote silicosis en el alma. Él puede hacer lo que le gusta, que es una investigación serena, un reportaje mesurado, sin precipitaciones. Que son los que salen bien, claro. José Miguel Vila, que es amigo mío y a quien respeto y hasta admiro por bastantes cosas, es una persona. Cosa que no siempre se puede decir de todas las personas. Es íntegro hasta lo inflexible y no exige a nadie ni la mitad de lo que se exige a sí mismo. No se permite ni una frivolidad, ni un paso dudoso. Ingredientes todos que te hacen andar hacia las estrellas por el camino más áspero, como decía Goethe. Por eso, supongo, este libro. Este libro está escrito desde el corazón, pero con el cerebro. No me ha sobrado nada, pero tampoco falta. Hay que leerlo.
Fernando Jáuregui (periodista y escritor).
Una cubana que ha conocido lo peor del alma del hombre. Una española cuya adicción a la droga le arrancó de los brazos de la vida estable. Una joven rumana, víctima desde los 18 años de la trata de blancas de la mafia, prestaba su cuerpo 16 horas diarias sin obtener nada a cambio. Una bellísima mulata, madre y abuela a sus 43 años, prostituta desde los 10, convive con depresiones e intentos de suicidio. Una mujer transexual que considera la prostitución una profesión digna. Una nigeriana de extrema pobreza... El puzzle formado por el inmenso y desconocido colectivo de mujeres en el seno de la prostitución, merece ser compuesto, con todas las piezas boca arriba, para poder ser visto en su plenitud, para poder ser el observador consciente de la estampa que forma una vez encajadas todas sus fichas. La profesión más antigua del mundo requiere matices. Nos equivocamos al pensar que quienes lo ejercen podrían haber elegido otro camino. Pero ahí radica el problema. La gran mayoría, por no decir la totalidad, no “eligen” voluntariamente venderse ni ceder a caprichosas humillaciones. Ahí nos equivocamos. La “elección”. El autor de este compendio de testimonios se ha sumergido en este aparente pequeño detalle. El tráfico humano con vistas sexuales, el callejón sin salida de la drogodependencia, la interminable lucha por los papeles... Cada historia es el vivo reflejo de la ausencia de alternativas. Como bien dice Fernando Jáuregui en el prólogo: «el oficio más viejo del mundo no es la prostitución, sino el de explotador». Ninguna le desea este trabajo a nadie. La frase que más se escucha, con voz quebrada, es: «quiero dejarlo». Vidas quebradas, con formato de “gran reportaje” periodístico , es un intento de acercamiento a la realidad de la prostitución femenina en la España de hoy. A través de sus páginas, crudas y objetivas, nos adentramos en sus historias, superaciones, intentos fallidos; el abismo que separa lo que estas mujeres buscaban de lo que finalmente han encontrado. La dolorosa diferencia entre expectativa y realidad.